Artistas Asociados
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Enrique González
Después de más de tres décadas dedicado al oficio del arte, Enrique...
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Manuel Luca de Tena
Actualmente es profesor de Pintura, Técnicas Pictóricas, Psicología del Arte en la...
Exposición actual: EL SUR DEL HORIZONTE - José Luis Romero.
El paisaje es, como lo describe nuestro artista José Luis Romero, revelación. Se revela ante nosotros como objeto estético en su contemplación, pero también revela quiénes somos y qué queremos ser. El paisaje es surgente y sugerente a un tiempo, y cada uno surge y sugiere cosas distintas.
Una montaña en brumas surge de manera paulatina en su velarse y desvelarse, y así, sugiere una atmósfera de misterio, un tiempo de lentitud, un ánimo de recogimiento. Rascacielos enhiestos, cuyas cúspides surgen del gris de la contaminación hasta alcanzar el azul del cielo, sugieren una atmósfera opresiva, un tiempo de vértigos, un ánimo de huida y lucro.
Los paisajes, en su surgir, hablan. Unos hablan de nosotros, otros, hablan de sí mismos, y es el horizonte la voz del paisaje. El horizonte, ese engarce de la verticalidad, tiene el privilegio estético, como escribe José Luis Romero, de organizar el espacio pictórico, pero también el privilegio metafísico de organizar nuestro espacio antropológico. El horizonte es el límite de nuestras expectativas porque delimita el lugar que ocupa el ser humano. Arriba, al norte del horizonte, viven los astros, comienza la ingravidez. Pero abajo está nuestra morada, el ser humano encuentra su lugar natural en el sur del horizonte, él es nuestra ley de la gravedad.
El horizonte, decía José Ortega y Gasset, “es una línea biológica, un órgano viviente de nuestro ser, mientras
gozamos de plenitud, el horizonte, emigra, se dilata, ondula, elástico, casi al compás de nuestra respiración”. Amplitud es, por tanto, plenitud. A mayor amplitud del horizonte, mayor plenitud vital de quien lo contempla y habita.
La obra de José Luis Romero es la celebración de esa plenitud. Sus paisajes son de aquellos que, en lugar de hablar de nosotros, hablan de sí mismos. Paisajes que, en lugar de definirnos, nos liberan para poder imaginarnos. El sur del horizonte es el protagonista en los paisajes que aquí exponemos, y su exposición, nuestra manera de reivindicar la subjetividad del paisaje.
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JOSÉ LUIS ROMERO:
Me piden amablemente mis galeristas, Álvaro Cabal y Álvaro San Román, que escriba “unas pinceladas” para ilustrar este catálogo. Unas líneas que ayuden al espectador que pasea por sus páginas a asomarse a los cuadros.
Para un pintor pocas cosas resultan más incómodas que justificar su trabajo. La creación es un proceso fundamentalmente introspectivo, y a menudo solitario. Algo que hacemos normalmente para nosotros mismos y que, en un momento dado, aceptamos compartir. Es en ese momento, cuando nuestra obra queda expuesta a la crítica y al juicio de los demás, cuando nos sentimos más indefensos.
Todo artista es heredero de una tradición, que en mayor o menor medida es libre de aceptar o rechazar. En mi caso, cursé estudios reglados en la universidad de mi ciudad natal, en aquel entonces uno de los referentes más destacados a nivel nacional en cuanto academicismo. Algo de lo que ni me vanaglorio ni reniego, pues me enseñó el oficio.
En Sevilla existe una escuela pictórica consolidada que, partiendo de la tradición barroca de los grandes maestros, surge durante el siglo XIX vinculada al ambiente costumbrista y realista que se desarrollaba en el país. También, aunque con un carácter distinto, floreció en Madrid un realismo pictórico, en paralelo a los grandes movimientos europeos. De una manera u otra, durante todo el siglo pasado y hasta este primer cuarto, desde ambas ciudades han surgido nombres propios que han mantenido viva la tradición realista española. De todos ellos reconozco influencias, y a todos agradezco su magisterio, pues han demostrado que la figuración es un lenguaje tan válido para hablarnos del mundo actual como la más rabiosa de las vanguardias.
El arte, tan antiguo como la humanidad, no ha dejado nunca de ser una actividad de riesgo, y fue ya, con lo
aprendido a cuestas y convencido de que el paisaje nunca miente, cuando emprendí la tarea de dedicar mi vida a representar el mundo.
Hay un componente poético en la forma en que se nos revela el paisaje, como si el mero acto de contemplarnos transformase ya en protagonistas de un viaje. Y en ese viaje, el horizonte no es solo una línea que organiza el espacio pictórico, sino una metáfora de lo que está por venir. Un punto de fuga que atrapa nuestra mirada, y la arroja como una promesa de continuidad hacia lo desconocido.
Estas piezas aquí reunidas, recientes en su mayoría, representan lugares vividos en el entorno del bajo Guadalquivir, a caballo entre las provincias de Huelva, Cádiz y Sevilla. Entre océano y río, playas y dunas, salinas y marismas… Sitios donde una vez estuve, que por algún extraño motivo quedaron fosilizados en el territorio de la memoria.
Horizontes que contemplé en horas inciertas.
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Nota biográfica: Nacido en Sevilla en 1969, y licenciado en Bellas Artes por la Facultad Santa Isabel de Hungría de la misma ciudad, completa su formación pictórica con Antonio López en talleres como la "Cátedra Extraordinaria Ciudad de Albacete” en el Museo Municipal de la capital manchega; la "Cátedra Francisco de Goya" de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid, en Ávila; o el "Curso de Realismo y Figuración para Pintores" organizado por el Museo Casa Ibáñez de Olula del Río, en Almería.
Ha realizado exposiciones individuales y colectivas en diferentes salas y galerías de arte del territorio nacional. Su obra se encuentra presente en colecciones institucionales y privadas, tanto nacionales como extranjeras.